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06 enero 2009

Día de Reyes

En Argentina hoy se celebra el Día de Reyes. Leía recién en un blog amigo que en otro país se celebra "Befana". Volviendo a Argentina, la noche del 5 de enero los niños dejan pasto y agua para los camellos de los tres Reyes Magos, y un zapatito, para que les dejen sus regalos de Reyes. Solía hacerlo de chica. ¡Era emocionante! Más aún que la Navidad. Para Reyes (5 a la noche) íbamos a la casa de unos parientes a esperar la medianoche y yo dejaba en casa de mis tíos (al lado de mi casa) el pasto y el agua. Y subía última al auto, para que ninguno de los míos me sacase las cosas para los camellos. La cosa era que, cuando volvía, ya casi no había pasto ni agua. Y no se veía mojado. ¡Se la habían tomado! ¡Qué épocas, Dios! Si pudiese volver a tener esa edad... Y esa candidez... Con los años me enteré que era el Nono Luis, un vecino que era como de mi familia. Él se tomaba el trabajo todos los 5 de enero a la noche de hacer realidad mi fantasía. Nono Luis, donde estés ahora, te mando un abrazo grande y me gustaría volver a sentarme en tu falda, como hace tantos años atrás.
Una beso y una lagrimita.

14 octubre 2008

Sobre mis problemas con (o por) Telecom

Ok, no soy de maldecir, porque aprendí que en la vida no se maldice, porque todo lo que se envía, se recibe de regreso, y multiplicado. Pero hoy estoy enojada. No hoy, en realidad, esto viene de lejos. Hoy reventé. Y eché pus, esa cosa caliente, verdosa y maloliente, sí. Y me decidí a postear esto, para que todos los lectores de mi país, ARGENTINA, lo lean. Y ojalá llegué a los oidos de la gente de TELECOM.
En julio me decidí a dejar mi empresa local proveedora de internet para cambiarla por ARNET, la promocionada por Telecom. Luego de varios días de espera, llegó el módem, y después de algunos días, vino el técnico. Tenía una velocidad de 1 mega!!! Y funcionaba. Bueno, tuve que llamar a mi técnico para que arreglase unas cosits menores, pero funcionaba. Pasó un mes, o algo así, y de repente, se cortó la conección. ¿Qué pasó? Alguien, sí, alguien de la empresa había cambiado o mi nombre de usuaro o mi contraseña ¿?
Llamados y llamados. Que un técnico del nivel 2 ó 3 se comunicaba conmigo. Una semana, dos, y nada. Hablé con la gente de la empresa local (vuelve el perro arrepentido..., dijo el Chavo), y me aconsejaron pedir la baja de Arnet. La pedí, me dijeron que no podían darla en el momento, que tenía que esperar hasta el 16 de septiembre porque ya había sido cobrado hasta ese día. Aguanté y pedí que me djasen la digitalización telefónica. A algunas personas de mi puebo se la habían dejado. Me dijeron amablemente que no. Esperé, usando la digitalización de Arnet, pero pagando al mismo tiempo a la empresa local para tener acceso a internet. Cuatro días antes (o algo así) me lo cortaron. Y e ahí comenzó el suplicio. La gente de la empresa local al día siguiente del corte de la digitalización la pidió nuevamente (era un viernes, saquen la cuenta). Y aún estoy esperando. La empresa local pagó por la digitalización de mi teléfono a Telecom y por ende, están cobrándome el abono. Yo, con débito por tarjeta, pagué otra cuota de Arnet, y tengo aún para el mes que viene, la "multa" por darme la baja antes de los 6 meses, más un plus que no sé de dónde viene. Pero esto es Argentina, pagá y después reclamá.
Estoy en 'Pampa y la vía', como dice el tango. Pagando a dos empresas, y el suministro de 256 kilobytes de la empresa local, no alcanzan para nada, y se cortan a veces, como ayer domingo.
Hoy vino un pariente-ex-alumno-amigo. Abogado él. Y me habló de 'carta documento'.
Yo digo, ¿será posible? ¿Hay que andar por la vida amenazando, pateando traseros, 'maldiciendo'? ¿Por qué caracho se aprovechan de los usuarios? ¿Porque ellos tienen la plata que yo, como docente, no tengo? ¿Porque se esconden detrás del nombre de una empresa y yo tengo que dar mi nombre y documento? ¿Porque ponen a un empleado (al que seguro le pagan pocos pesos y lo hacen trabajar a destajo) para que le ponga la oreja a los reclamos?
¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Por mi parte, voy a seguir denunciando las injusticias. Y si no es aquí, porque me cierren el blog, lo haré en los blogs de mis amigos, o en los grupos,o mandaré cartas a los diarios. Me cansé de que me ... hagan sentir impotente, por no escribir lo que me dicen mi cerebro y mis emociones.
Disculpen los errores. Mi cerebro va más rápido que mis dedos y de seguro hay errores. Pero no quería dejar pasar otro día más.
Ya está. Ahora saben el porqué de mi incomunicación, mi lentitud para responder correos y mensajes.
Que los bien nacidos tengan una buena semana. ¿Y los demás? Ellos sabrán cómo vivir su propia semana.
Martha

15 septiembre 2008

Experiencias de Vida

Acabo de volver del entierro del papá de una amiga. Después de casi un mes, el cáncer se lo llevó. O mejor, se lo fue llevando de a poco, como tomándose su tiempo, haciéndose valer o ver; como para que todos supiésemos que él se lo estaba llevando. ¡Qué morir, Dios! Cuánto dolor. Cuánto impotencia. Cuánto desgaste…
Desde el 2000 que casi no voy a los velorios. No he vuelto a pisar un cementerio. Bueno, hasta hoy.
La experiencia que pasamos con mi papá me ablandó, a la par que me curtió. Me hizo crecer, madurar. Y, a la vez, me sensibilizó por demás, para mi gusto. Porque nunca me gustó que me viesen llorar, y ahora se me suelta la lágrima fácil. En cualquier lugar. Y se me caen las lágrimas nomás, así, como si fuese un río imposible de parar. ¡La pucha que me puse floja!
Calculo que éste es el quinto o sexto al que voy. Y en un pueblo, donde todos nos conocemos, bueno, casi todos, eso es una miseria. Cada velorio al que voy me hace revivir experiencias, dolores, emociones, el desgarro. Y me ablando… y vuelve la lucha inútil contra nuestro propio plan de vida, nuestra propia elección para esta encarnación. ¡Qué desgaste de energía estúpido! Sabiendo como sé que nosotros somos los que decidimos cómo vamos a vivir y/o a morir (en la mayoría de los casos, siempre está la libertad de acción, el “libre albedrío”).
El 29 de este mes, si en nuestro plan de vida así lo hemos dispuesto, tenemos festejo doble. Ese día, mi papá eligió llegar hasta el velo que separa los planos, y volver. Calculo que vio tanto dolor y desgarro, que decidió volver. Aunque yo le había dado “permiso” :-) para que si quería irse, lo hiciese. Me acuerdo que le dije, de mente a mente, de espíritu a espíritu, que si su decisión era irse, no lo dudase, que yo no iba a oponer resistencia ni a atarlo con pedidos para que no nos dejara. Pero que si decidía quedarse, yo iba a estar con él, peleando lado a lado. Y se quedó. Decía que doble festejo porque descubrí en ese momento, que ese día, 29 de septiembre, es el día de los tres Arcángeles que la Iglesia Católica reconoce: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. A ellos se los encomendé. Y me cumplieron. Fue una experiencia admirable. Un contacto casi sensorial, o terrenal, con esos tres Seres Divinos. Casi podía sentirlos: Miguel en la cabecera, Rafael a la derecha, Gabriel a la izquierda. Y el Maestro, por supuesto, allí, envolviéndonos a todos con su Radiación Divina. Y la Madre, cubriéndonos con su Manto. Una verdadera experiencia religiosa, en la pre terapia de una clínica. Hay tanto para contar de esa vivencia, que daría para muchos renglones, y tengo sueño. Son más de las dos e la tarde.
¡Qué hijas, Dios! Y qué nietos… Cuidaron al abuelo durante los casi treinta días, le pasaron las noches, lo mimaron, lo contuvieron… ¡Qué brisa de esperanza para este mundo que vivimos, ¿no? Pero este tema también tiene mucha tela para cortar, así que no voy a seguirlo.


Sólo era esto. Quería compartirlo con ustedes. Los dejo. Un beso y una lágrima.

En esta vida, hacemos lo que podemos con lo que sabemos y con lo que contamos (hablo de herramientas, saberes, experiencias).
“Pacencia”, como decía mi abuela. Ya vamos a crecer un poco más para la próxima vida.

Acabo de volver...

Acabo de volver del entierro del papá de una amiga. Después de casi un mes, el cáncer se lo llevó. O mejor, se lo fue llevando de a poco, como tomándose su tiempo, haciéndose valer o ver; como para que todos supiésemos que él se lo estaba llevando. ¡Qué morir, Dios! Cuánto dolor. Cuánto impotencia. Cuánto desgaste…